martes, 4 de septiembre de 2007

De Judíos a Pelucones

"Qué suerte tienen los gobiernos si la gente a la que administran no piensa." (Adolfo Hitler)

Los neosocialistas están acostumbrados a buscar un chivo expiatorio a quien culpar de todos los males de sus países, y contra quien dirigir su retórica de odio, conflicto y separación.

En la alemania hitleriana, los judíos encarnaban, para el Fuhrer, todos los males alemanes: eran los financistas avaros y los grandes industriales que exprimían al pueblo alemán; eran la prensa que difamaba a la nación, y también los débiles y corruptos parlamentarios cómplices de los humillantes tratados de paz y de la debilidad de la nación.

Después de los bailes electorales, al llegar al sillón presidencial, Correa debió haberse preguntado ¿quiénes serán MIS judíos? No se demoró en responderse: los pelucones.

Por eso debemos agradecer a nuestro nuevo líder y mesías, pues nos ha dado a quien odiar. Y así los banqueros avaros son pelucones, los empresarios e industriales son recontrapelucones, la prensa es lo más pelucona del país, y bueno, como el presidente cambió el parlamento a su favor y puso a unos alternos desconocidos, no sabemos si son o no pelucones, pero lo que no mata engorda, así que los empeluconó también.

Pero las enseñanzas de Hitler no se quedaron ahí. Para ser popular debía hacer grandes congregaciones y masas donde difamar al enemigo común. Grandes plazas fueron testigos de actos masivos en los que el líder nazi llamaba a la nación a unirse contra los judíos a quienes debe quitarse todo poder. Y nuestro hitlerito aprendió también esa lección. No desaprovecha un acto masivo (y los organiza con bastante frecuencia) para llamar a la lucha contra los pelucones.
Finalmente, se dice que el odio de Hitler hacia los judíos se debe a que su padrastro abandonó a su madre, y que él mismo tenía cierta ascendencia judía. Correa viene de una familia pelucona, y dicen las leyendas que cuando su padre falleció, su familia pelucona le viró la cara.
Las comparaciones son odiosas, pero ésta en especial si que está llena de odios y patrañas. Si recordamos que el nacionalsocialismo terminó (gracias al cielo) derrotado, y dejó a Alemania dividida por un muro, tendríamos que preguntarnos: ¿Terminaremos en Ecuador con un muro que divida Guayaquil del resto del país, hasta que los socialistoides del siglo XXI se den cuenta que sólo en libertad se progresa y sus mentiras sean vencidas de una vez por todas?
Hasta que eso ocurra, habrá que seguir levantando la mano para saludar al presidente, pero para saludarlo, no vaya a ser que cualquier otro gesto parecido nos haga terminar en prisión por injuriar la majestad de presidente.

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